domingo, 7 de febrero de 2010

Tema para febrero: "Alcances de una ética universalista"

Hola chaveteros,

Luis Daniel, el administrador y responsable legal del espacio, ha decidido junto conmigo, Luchito (su alter ego), y redactor de las entradas del blog, hacer una lista de temas. Dentro de un tema encontrarán uno o más artículos que serán publicados una vez por semana, por lo menos. Habrá un tema filosófico específico que desarrollaré sí o sí, porque de eso se trata este blog. Los contenidos del tema desarrollados en un artículo serán producto de mi intuición o imaginación... no todo está fríamente calculado.

Para darle continuidad a las discusiones trataré de extender un tema filosófico por más o menos un mes, pero variando el contenido de los artículos dependiendo del contexto: noticias, pelas, musica, politica, tv, etc.

Como no quiero aguarles la fiesta solamente soltaré el primer tema de éste mes, febrero:

"Alcances de una ética universalista: ley formal y derechos humanos"

Ojalá discutan achoradamente y se diviertan en este espacio en el que LD inaugura una doble personalidad conscientemente autoinflingida.

Luis Daniel y Luchito Ch.

martes, 2 de febrero de 2010

Caviatar

Se habla mucho de Avatar, la pela de Cameron.

Aquí en el Perú, un bloguista de Perú21 puso de moda la idea de "Bagüatar"...

Pero siguiendo a Aldo Mariátegui, insoportable personaje a quien me gustaría meter fierro, sugiero la idea de "Caviatar".

Nunca antes leí con tanto detenimiento a Aldo Mariátegui. Quizás lo mejor de Correo, antes de leer su artículo sobre Avatar, fue el cuasi manifiesto racista de Bedoya Ugarteche y sus réplicas más que divertidas. Como muchos peruanos soy de los que, para no llorar, se ríen de la indignación como señal de impotencia. Pero con M.Aldito no reí. Es más, su análisis de la película me pareció más interesante y entretenido que las técnicas y eruditas críticas de Ricardo Bedoya en el Comercio. Me pareció más agudo en su comentario que la simple idea propuesta por Marco Sifuentes en el artículo de Baguatar: ponernos en el lugar del otro frente al violento desarrollo de la "cultura hegemónica".

No comparto la noción de desarrollo de Aldo, pero sí rescataré algunos puntos de su artículo "Avatar en do menor". Puntos que reflejan lo fácil que es acomodarnos a un discurso pro-derechos humanos y el recurso a lugares comunes. Con lugares comunes me refiero a frasesitas medio fresitas como "imponer la cultura hegemónica genera violencia", "hay que sostener una actitud dialógica", "debemos respetar al medio ambiente", "el indígena no es más que un buen salvaje y el civilizado un capitalista sin escrúpulos" y otras ideas que, por más necesarias que puedan ser para una vida buena ideal, terminan siendo nada más que buenas intenciones cultivadas con harta hipocresía. Y no me interesa si con esto se resienten mis amigos progres. A quien le caiga guante, que se lo chante.

Cada punto que desarrollo presenta elementos que están en la película y que, a mi parecer, reflejan la idea específica de lo que es un "caviar". En este caso caviar lo defino no como un izquierdoso de clase media alta o alta, sino más bien como un izquierdista sincero pero que se siente bien cómodo con su floro revolucionario y/o pro-derechos humanos. Las "clases" no tienen nada que ver. Tampoco saco la idea de "caviar" como un recurso facilista para desprestigiar a los izquierdistas. Saco la noción de caviar para removerlos un poco, ya que andan o muy revolucionarios o muy adormecidos.

Primer punto: etnocentrismo.

En Avatar el etnocentrismo es evidente. Nace de dividir la narración en dos: la historia de los buenos que son los originarios de Pandora, y la historia de los malos... es decir, los humanos. Pero no se trata de "los" seres humanos. Como señala Aldo, el héroe no es un chino o un musulmán: es un gringo. Por lo cual la división no está limitada al género humano o al género de los extraterrestres. La división es principalmente cultural. La cultura de los "pandorinos" es buena y la cultura de los "gringos" es mala. Hay que decirle sí a los ritos mágico-religiosos pro-ambientalistas y no a la industria salvaje de los blue-jeans y la Coca-cola. El héroe gringo, al momento de apostar por los originarios no traiciona tanto a su "raza" como a su cultura. Y sí, yo creo que es traición.

¿Traición o defensa por la vida? Intuyo que algunos dirán que en Avatar, más allá de las diferencias culturales hay una apuesta por la vida, por una vida digna de quienes no quieren el estilo de vida occidental que es autodestructivo. Pero yo pienso más en una traición cultural que no se ajusta a la realidad; pienso que en Avatar se construye una utopía simplista, un sueño idealista.

Kati Mansilla, filósofa peruana y "uarmeña" especializada en ciencias políticas, comentaba que la cultura no puede ser vista como una pieza de museo. Eso es lo que se deja ver en el discurso de Ollanta, lo que hace Evo, lo que predica Chávez, y lo que, en esta película, nos propone Cameron. La cultura de los "pandorinos" y "pandorinas" es una pieza de museo que debe protegerse de toda infección occidental. La vida no es así. Y, otra vez, citándolo con el dolor de mi alma, Aldo, nos menciona que en Pandora resulta que no hay necesidades básicas: "no hay enfermedades, sobra la comida, no falta la vivienda, no se necesita educación ni tecnología, los animales terminan siendo dóciles..."

El etnocentrismo, como hemos visto, responde a esta idea de que las culturas deben mantenerse igualitas a través de lo años. Nadie puede cambiarlas. Ya sea porque se trata de un movimiento cultural "hegemónico" como el occidental que ha demostrado ser la voz cantante de progreso técnico y bienestar económico en líneas generales, o ya sea porque hablamos de formas de vida originarias que responden a una cosmovisión ancestral incapaz de mezclarse con Occidente. El etnocentrismo supone evitar el contacto: señal de intolerancia. La tolerancia está, más bien, en el encuentro y en la capacidad de elegir el estilo de vida que uno quiera según necesidades concretas. El encuentro, como paso previo a la la elección, supone el reconocimiento de las diferencias y por ende el reconocimiento de culturas antagónicas que deben negociar directamente el uso del poder. Esto lo aclararé en el segundo punto...

Segundo punto: uso del poder.

No pues... o sea que en Pandorilandia nadie ejerce el poder con violencia en el día a día. Eso de que se usa la violencia solamente cuando hay invasores que amenazan la supervivencia es difícil de creer. Y otra vez Aldo: "El padre de la protagonista debe haber sido un jefe déspota horrible y de seguro existiría alguna casta sacerdotal que vivía explotando al resto, siempre de acuerdo con los guerreros, que le metían palo y lanzazos al que se oponía o lo mandaban a matar a tribus vecinas para que saqueen y los enriquezcan, aparte de tenerlos ocupados y que no piensen para que no se den cuenta cómo los dominaban. Tal ha sido casi siempre la historia desde la horda." Y sí pues, ésta no es solo la historia de las hordas: es la historia de la humanidad. Es una historia construida con violencia desde todo punto de vista, en donde van y vienen los intereses particulares acomodados al sentir de toda una nación, como sucedió con los nazis en Alemania. Es la historia del capitalismo vertical que supone opresores y oprimidos, de las políticas públicas en donde no queda otra que el "daño colateral", de la formación de empresas (racistas) para un publico objetivo en desprecio de otro. Vivimos violencia día a día porque no sabemos lidiar con el poder: la violencia la ejercemos o la padecemos.

Ejercemos o padecemos violencia. Pero no solo ejercemos o padecemos poder: la diferencia está en que podemos entregarlo. Esa es la diferencia entre poder y violencia. No son lo mismo. Quizá uno de los más asombrosos actos de amor y desprendimiento sea el de entregar poder, teniendo la posibilidad de usarlo a nuestro favor, en función de nuestros intereses. Siempre tenemos la oportunidad de dar o negar poder, de guardarlo o compartirlo. El paternalismo, muchas veces ejercido por caviares (izquierdistas sinceros que andan muy cómodos...), refleja esta idea de que aquellos que viven en culturas alternas o sistemáticamente oprimidas son incapaces de poder defenderse por sí mismos, que no pueden ejercer poder alguno. Que están tan golpeados que su sufrimiento resulta ser más grande que su capacidad de resolver sus propios problemas. Y sucede que estos hombres izquierdosos de buena voluntad optan por una de dos opciones: o se vuelven miembros activos y solidarios de la cultura oprimida (para ser el héroe que Avatar propone) o sino se quedan con el poder para mejorar la calidad de vida de los oprimidos, teniendo la oportunidad de dárselo a ellos. "Pero si no tienen educación, ¿cómo se les va a dar poder? Mejor llevemos psicólogos, sociólogos, capacitadores y educadores antes de darles poder".

Escuché una vez a un amigo, Esen Espinosa, decir que si tuviera un hijo, una de sus prioridades sería entregarle poder. Que no habría mejor forma de educarle que dándole poder. Que se equivoque, que haga mal las cosas, pero que sepa que le fue entregado poder y que su papá confía tanto en él que no duda en dárselo. Pero, ¿cómo entregamos poder? Pienso en un padre o una madre que quieren asumir su paternidad o maternidad conscientemente. ¿Actuará como bebe solamente para que el hijo o hija sienta la entrega de poder en sus términos más íntimos, siguiendo la lógica de Avatar? Creo que no. ¿Entregará poder a su hijo o hija llamando a un psicólogo o a profesores? No tendría sentido si la idea está en asumir la paternidad o maternidad. Pensemos tan solamente en el momento en el que un pequeñito aprende a caminar: cuando el papá o mamá le suelta la mano al niño, en ese momento le está entregando poder. El poder mal utilizado generará dolor: el niño caerá y podría golpearse, pero si camina entonces el poder habrá tenido un poder transformador incuestionable.

¿Habrá que llevar a un staff de profesionales para atender las necesidades de un grupo o cultura pobre y marginada? No. ¿Tendremos que volvernos indígenas o convertirnos en miembros de una cultura originaria? Tampoco. Primero está el encuentro: la mirada de uno siempre interpela a otro y, es en esa mirada que podemos reconocer al otro como diferente.

El principio de individuación, lo que nos hace únicos, nace de un acto cruel de violencia. Verdaderamente cruel. Según Winnicott el ser humano se empieza a reconocer como individuo cuando el bebe empieza a asumir con dolor que no es una sola unidad con su madre. Reconoce que constantemente es desprendido del seno materno, espacio que lo envuelve en una relación única con la madre. Tomar de su leche pegado a su seno lo hace sentir en una plena unidad con ella. Pero cada vez que sale de ese espacio, se reconoce solo, en absoluta soledad. Y, con ello, gracias al dolor, también aparece el reconocimiento de su madre como única y otra diferente de sí. Siempre hay dos al momento de reconocer. Nunca hay piezas de museo que cuidar, hay seres humanos que debemos reconocer en su diferencia siempre cambiante. Debemos asumir que vernos a nosotros como diferentes es, desde siempre, doloroso.

Después de la mirada está el lenguaje. El padre le podrá decir a su hijo, "si quieres caminar toma de mi mano". El lenguaje sirve para negociar la entrega del poder. Negociar implica reconocer al otro en igualdad de capacidades y en su diferencia. Si no negocias el poder entonces ejerces violencia: por acción u omisión. Es mejor que el niño se caiga de cabeza sabiendo que su padre le dio la oportunidad de elegir, antes que se caiga de cabeza solito sabiendo que a su papá no le interesa si camina o no. De por sí el encuentro previo nos lleva a entender que la acción de uno marcará necesariamente a otro, pero sobre todo al más pequeño. Ese ha sido el caso de Bagua, que se refleja en la acción desentendida del Estado (papá) y de las culturas selváticas (hijos). Así pues entregar poder, no es otra cosa que darle a otro la posibilidad de elegir. Ser padre (asumir paternidad) no es ser autoridad correctiva. Ser padre no implica tanto ejercer poder, como tener la iniciativa de entregarlo. Pero el padre también tiene intereses: por eso negocia. Nuestra vida está llena de relaciones de poder: siempre jugamos con ellas. Ser padre es asumir un personaje concreto en el mundo en que vivimos, es asumir paternidad. A veces el hijo puede asumir la paternidad que su padre nunca ejerció. En Avatar curiosamente nadie asumió paternidad...

En Avatar no hay reconocimiento de ninguna de las partes. Los que tienen más poder, que al comienzo son los humanos, no piensan negociar con los que tienen menos. Los intereses son claros. Y cuando los que tenían menos poder (los pandorinos) llegan a tener más, no negocian con los que ahora están siendo dominados. Sencillamente no hay relaciones de poder: hay violencia. Esto sucede porque hay dos bandos incapaces de reconocerse y ciegos a sus propios intereses. Y a este punto quería llegar...

Tercer punto: ¿derechos humanos?

Los violentos habitantes de Pandora parece que son los abanderados de los derechos humanos. Por ellos es que sabemos que el ser humano tiene derecho a vivir según su cultura; que los occidentales por culpa de un capitalismo irresponsable, de un industrialismo expansionista y de políticas imperialistas son autodestructivos, y que por ello debemos cuidar el medio ambiente; que la violencia es de uso exclusivo en casos de supervivencia; que debemos ponernos (literalmente) en el lugar de otro asumiendo el lenguaje y las costumbres de la otra cultura para evitar muertes inútiles; etc.

Muchos "debemos", muchas leyes, pero poca realidad. La pregunta es ¿Cuál es el sentido de las leyes y los derechos humanos si no podemos lidiar con relaciones de poder concretas?

Vayan sacando las chairas...

Luchito Chaveta



P.D Aquí van los enlaces para que lean:
"Baguatar" de Marco Sifuentes:
http://blogs.peru21.pe/peru2punto1/2009/12/baguatar.html
"Avatar en do menor" de Aldo Mariátegui:
http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSecci_id=84&txtNota_id=262102

Vao' a enfilarte

Pienso en el contenido de la primera entrada del blog.

Y pienso que el mejor comienzo es introducir al lector al filosofar.

"¡Noooo! ¡Qué aburrido!" pensarás intuitivamente. Pero no pienso hablar de filosofía sino "hacer filosofía" . Por hacer filosofía entiendo el dar alcances filosóficos concretos para hechos concretos, no crear sistemas filosóficos (valga la aclaración para el gremio de filósofos). En esta intro no haré ni reflexiones en torno al origen de la filosofía, ni su historia o su importancia hoy en día. Nada de eso. Más bien haré una brevísima introducción a la filosofía que será, a su vez, reglas de juego que el lector deberá considerar mientras lea o decida seguir leyendo este blog.

La idea del juego es aprender a usar la chaira... es decir, explicar algo con simpleza y profundidad. El mover la chaira con precisión y con un objetivo claro es una forma de hacer filosofía: esa es la que aquí nos importa.

Filosofar (meter cuchillo) es un arte: presupone sensibilidad, intuición, desprendimiento respecto a creer poseer una verdad total (sea esta el cuchillo, el que lo porta o el objetivo), creer en el sinsentido, creer en la posibilidad de crear cosas nuevas en cada metida de cuchillo. Creer en la limitación de nuestros movimientos y en la infinitud de su impacto (las consecuencias esperadas o inesperadas de nuestros actos).

Filosofar (meter cuchillo) es una disciplina: exige saber cómo estamos, dónde estamos, el tiempo en el que vivimos. Debemos actualizar permanentemente nuestros conocimientos. De nosotros mismos, de nuestros cuerpos; así como del entorno en el que nos movemos; y obviamente de nuestro objetivo, esto es, del tema que queremos poner en cuestión. Hay que ser monse para usar una chaira sin "físico" (situación particular), sin "velocidad" (tiempo), sin "piso" (lugar) y sin "presa" (objetivo, tema concreto).

¿Cómo se empieza? Leyendo el análisis de un tema con detenimiento: crítica y reflexivamente. Con preguntas claras y sencillas, sin salir del contexto. La mecha se da en un contexto, no se puede salir de él. Cuando lees con calma y entiendes, y te molestas, o te ríes, o te indignas, o lloras de emoción o rabia,ya estás adentro. Tienes derecho de practicar, de jugar.

A este juego le puse por nombre Enfilarte.
Se debe a la unión de la disciplina y el arte en el filosofar.
Tas obligao a ponerte en fila cuñao,
vao a enfilarte!